7 sept 2009

DRUNK #1




Quise empezar todo en un momento de fractura. Aunque la verdad no tengo la menor idea de lo que ello quiere decir, pero suena demasiado bien como para dejarlo irse.

Quise empezar todo en una noche de domingo. Eso sí sé lo que significa, y sin embargo me parece de lo más parco como para poder explicar lo que quiero –aunque “yo” no sea, por lo pronto, muy similar a “ello”.

Estoy tratando de comenzar, pero no todavía no sé qué. ¿Un artículo, un ensayo, una novela? ¿Un poema que tiene de poema lo que yo tengo de usurero? –Dijéramos, pues, lo que tengo de judío.

Llevo cerca de dieciocho horas de trabajo en algo que no sé qué es –como yo– pero que es como yo y no sé cómo no evitarlo.

Metí la batidora a la baticueva el viernes a las once para hacerme unas margaritas. Pero olvidé que no tenía tequila y tuve que prepararme solamente dos “gin and tonic”.

La parte del espacio en la que no subsisto es justamente la parte de trasera de la atalaya de mi madre, desde aquella ocasión primera en que me preguntó cuántos hijos tenía. (Y capturé eso en la obra 26 que escribo. Hoy en día, la única versión que pretendo terminar.)

Volví, el viernes pasado, a amurallarme dentro de una visión teatral. Y licué conmigo a Sha-kes-pea-re (léase en castellano) en dos voces de las más irrelevantes que pude encontrar en la estantería de mi casa.
Puse “6 personajes en busca de un autor” a la receta.

Después puse salpimienta y dos gramos de ron, que tuve que destilar directamente de mi sangre porque –cosa rara– no había en la nevera.

Debo confesarlo: es la primera vez en mi vida que escribo una adaptación.

–Aunque ya tengo un guión técnico de Carmen–
...

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