30 nov 2008

FRAGMENTOS

Expectante*
se desnuda la esfinge sin miedos
sobre tu imagen frígida callada
serpentea

Cuando*
palpita en un réquiem el iris
del ciclo siniestro… y quema
sírveme un cocktel de bruces

Fallezco en*
las pupilas del sueño de las plumas del ave
que difuminan el contorno azul
– la introspección –

Lo fugaz*
enveneno de angustia
las permutas del año do disolvemos
el quiste en el cerebro de las luces

Del fuego*
por eso así se funde
la furtiva esfera que te escribo
envuelto en pura paz y en santa ira

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11 nov 2008

AÚN NO

Razón que de razones existe
sobrio, desveló al roce pasión,
cuando amando amó sin voz
o la sazón de caminar.
Qué camino en un grito,
tortuosa muerte de un final

Pedregoso en el carbón atiza,
flor que llora
lírica sonora la noche,
de placeres se compone
mi silencio, cuando
al verse sin premisa
barbacoa de corazón
insinuante
trémulo amante soy

¡Flirtea!
Tertulias de cielo arrebatan la mente,
cuando cae de miedo plomo acero,
con deseo arrebata
suelo invierno su coraza,
rapazuelas que añoran
un consuelo

Al lecho sendero atisba
Brisa de enero, suspiro
que hondo al pecho incinera
la brasa, sudoroso proceder
cuando los pétalos arranca,
y flama la vela ante delicia
que dolor gemido la noche
enciende, frondosos surcos
de erosión, difunto cuerpo,
hecatombe rinde al seno,
y resbala sobre el iris
aquel último aliento, aspirando
sudor por la mirada.

Blande así que yergue
matina la mañana,
sobre el sendero fueron
uno. La memoria
acuna, inhala, aletargada.
dibujo de momentos, donde alzaran
grito inerte,
de fusión lóbrega
aquella pequeña muerte,
mudo aposento inflamó su olor


Como lechuza blanca murió
Como perro gimió a la luna
Como arquera
en la penumbra gritó: ¡No me mates!...
yo le aniquilé sin procura.

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CANTA LA CALLE

Tiempo de siembra y semilla que calla
el asfalto por falta de mimbre y pestaña;
dicen canta la calle, las aguas de mayo,
cuando sitios de flor no encuentra,
o que siente el furor de la mañana
cada que cuándo
con mis ruedas le avasallo

Ya no ruge en la sabana los albores
de la selva
ni la sábana de reyes
ni furores, sino sólo
un coro de motores tardíos,
con bríos de tardanza y afrenta,
por llegar a un tiempo justo a su destino

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